POLÍTICA, ¿SI O NO?

 

El concepto “política” forma parte de nuestro vocabulario más coloquial, es un término usado para describir la conducta de muchos actores de distinta índole. Es  multívoco, con sentidos diferentes según el ámbito en el que se emplea, llegando a tener connotaciones despectivas y peyorativas superadas en momentos determinados que llevan a movilizar a grandes sectores de la ciudadanía en torno a él. 

La implantación de sistemas democráticos liberales genera una escasa intensidad de la acción política de la sociedad. La aparente estabilidad y desarrollo que conllevan estos sistemas provocan dicha relajación social con respecto a los asuntos políticos. 

El desarrollo y generalización a lo largo del siglo XX de las democracias representativas, del estado del bienestar, de los mass media y de la sociedad de la tecnología provoca el aumento del desinterés hacia “la política” por parte de la población que “disfruta” de estas circunstancias. 

Recientemente hemos vivido un resurgir de la participación e implicación ciudadana en nuestro país, exigiendo una mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones del sistema democrático. Movilizaciones que se producen en momentos de generación de conflictos, crisis económicas, aumento de los desequilibrios sociales, de casos de corrupción, faltas de respuestas adecuadas de las políticas desarrolladas por los gobiernos y el desprestigio de los políticos que las llevan a cabo, etc.

Es ahí donde retomamos el concepto básico y originario de política y lo ponemos en práctica. Volviendo a concederle todo el valor que en su esencia contiene como elemento constructor de sociedad y por tanto de pacto social. 

Como definición amplia del concepto y generalmente aceptado por los politólogos (no sin controversia por supuesto), diremos que la política es considerada la práctica o actividad colectiva que los miembros de una comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular los conflictos entre grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan a los miembros de la comunidad.

El origen de estos conflictos se sitúa en la existencia de diferencias sociales que a menudo se convierten en desigualdades provocadas por la asimétrica distribución de recursos y oportunidades. Provocando desequilibrios que generan diversidad de reacciones. De aquí la tensión presente en nuestras sociedades que afecta a muchas áreas de relación social. Así la política aparece como la regulación de esa tensión, como la respuesta colectiva al desacuerdo.  

La política exige una obligación de cumplimiento del acuerdo adquirido socialmente para la convivencia de los miembros de esa colectividad. No implica, por tanto, la solución de los conflictos, lo que se procura con la gestión de una disputa es preservar la relativa cohesión social existente. 

La política es la garantía de que la cohesión persistirá, porque las tensiones provocadas por desequilibrios y desigualdades internas serán reguladas de un modo aceptable para los miembros del colectivo. 

Por tanto, la política es asunto de todos. Es de interés para todos pues la hacemos entre todos los miembros de una comunidad.

 

                                                   TERESA SÁNCHEZ LECHUGA

                             Miembro de la II LANZADERA DE EMPLEO DE ALMERÍA