Mi Lanzadera. Capítulo IV. El viaje del héroe

En todas las grandes historias épicas se repite la misma estructura. Es lo que se conoce como El viaje del héroe. Pensemos, por ejemplo, en Luke Skywalker en Star Wars -o La guerra de las galaxias, si naciste antes de los ochenta-.

Una persona normal con una vida normal tiene una llamada a la aventura. Primeramente rechaza la llamada. Luego conoce a su mentor y, con su ayuda, decide cruzar el umbral que separa su mundo ordinario de la gran aventura que le llama. Posteriormente conocerá a sus aliados y a sus enemigos y tendrá sus primeras pruebas. Será aquí cuando se enfrente a su primer gran test y le surgirán más dudas de su valía. Cuando terminará por reafirmarse como héroe. Tras superarla y obtener su recompensa, tendrá que volver a su vida normal. Pero no acaba aquí. Volverá a tener otra llamada a la aventura. Esta vez una más grande, más completa también a nivel personal. Cuando logre completarla con éxito, retornará a casa llevando consigo su premio.

Es un resumen muy general pero perfecto del camino de Luke. Y de muchas otras historias.

Como soy un peliculero y un flipadete, no he podido evitar sentirme identificado con esta estructura en mi camino en la Lanzadera. Me he sentido un joven padawan en medio de una vorágine.

Yo estaba tan tranquilo en mi casa con mis cositas de millenial. Que si pongo un tweet, que si me veo un vídeo de YouTube, y otro, y otro, y otro... y así dos horas... cuando me pasan la web de la Lanzadera. No sé bien de qué va, pero siento la llamada a la aventura. Tengo mis dudas, me niego al principio. Total, eso para qué sirve. 

Pero entonces conozco a Yurena, mi Obi-Wan. Ella no me entrega ningún sable láser perteneciente a mi padre. Le faltó eso. Pero se lo perdono.

Decido que entraré. Cruzo el umbral. Me comprometo a ir cada semana al aula de la aventura. Conozco a mis aliados, a mis ¿enemigos? y llevo a cabo mis primeras pruebas como héroe. Sin espada láser es más complicado pasarlas. Pero uno hace lo que puede.

Es aquí cuando llega la primera gran prueba de mi valía. Me surgen muchas dudas e incluso desmotivación. Siento perturbaciones en la fuerza. El lado luminoso ya no me llena tanto. Casi soy más Anakin que Luke. No son mis mejores días en la Lanzadera. Me cuesta levantarme de la cama e ir. El pensamiento de abandonar se me pasa por la cabeza. Tengo un lío importante. Estoy en un círculo vicioso del que no veo cómo salir.

Toda mi vida he sido un abandonador. ¿Existe esta palabra? Da igual. Imaginemos que sí por un momento. Cuando las cosas no van como yo creo que han de ir, abandono. Porque ya no es de mi gusto. Porque no cumple mis expectativas. Porque la gente que me rodea ya no está tan motivada como yo. Pero, ¿saben qué? Ya paso de eso. ¿Abandonaría Luke a su gente en plena Estrella de la Muerte porque Leia le ha dicho que hoy no se ha levantado con ganas de pelear? Vamos, hombre.

Mi viaje aún no ha acabado y no seré yo quien lo finalice abruptamente. Esta es mi llamada a una aventura aun mayor a todos los niveles. Es una de las enseñanzas de mi Obi-Wan. Gracias también a mi R2D2 particular. A quien no nombraré por si le enfada la analogía. Ejem

Todavía de he completar mi aventura. El tesoro me espera aún no sé dónde. Tengo que pelear para encontrarlo y ayudar a mis aliados en el camino. 

Será entonces cuando sí pueda irme a casa. Volver a mi mundo ordinario con mi recompensa cargada al hombro. 

Aday Machín.