Las emociones que nutren la vida

“La emoción nutre todo lo que hacemos en nuestra vida”. Y es esencial aprender a identificarlas para aprender de ellas. Susana Rodríguez Casal, psicóloga social y socióloga, fue la protagonista del último taller de inteligencia emocional en la Lanzadera de Marín. Desde un principio se puso en nuestra piel y conectó con es@s lanzader@s entregad@s que la escuchaban con los cinco sentidos alerta. “La búsqueda de empleo genera emociones que no son fáciles de llevar, pero si las reconoces, pueden ser útiles. "Lo que sentimos es valioso siempre porque es útil”.

“Atención con exigirnos demasiado a nosotros mismos, aunque las caídas son pequeños logros también”, advirtió y aseguró que la emoción habla, a menudo, a través del cuerpo. La piel es el órgano en el que más se reflejan las emociones como miedo, ansiedad, tensión sostenida en el tiempo, pérdida de empleo…

La ansiedad es puro miedo y te paraliza. Hay que desprenderse de lo que no necesitamos. Ante una encrucijada la precaución esconde detrás un sentimiento de miedo. “¿Y si sí? Un niño no se lo pregunta, lo hace”. ¡Hay que volver a ser niños!

A su juicio, una de las habilidades más bonitas que hay es la resiliencia, la capacidad para afrontar y superar situaciones adversas. Para ilustrar este punto en concreto nos recomendó el libro “Los patitos feos”, de Borys Cyrulnik. Lectura obligada.

En las discusiones hay un secuestro emocional en las dos partes, (por la tristeza, el enfado…) es muy importante alejarse, porque la ira es un sentimiento muy contagioso. Es pura explosión y no te permite reaccionar. “Pero se puede entrenar”, matizó Susana.

En este sentido, un entrenamiento muy recomendable es el ejercicio físico, porque está demostrado que cuando el cuerpo está en movimiento nuestros dos cerebros se comunican mejor. Hay que andar, sí, y ser capaces de salir de la deriva del mar emocional en el que caemos a veces para navegar en el mar racional. A hacer el trasvase de un mar a otro nos ayudan también actividades o aficiones que nos gusten.

Reconocer tu vulnerabilidad te permite ser más fuerte. Es muy importante para afrontar nuevos retos, como la búsqueda de empleo. Tenemos que ser juncos, que son frágiles pero flexibles y por eso resisten los envites del exterior con más facilitad.

El problema es cuando nos boicoteamos nosotros mismos, ese otro yo que solo ve negatividad. Y nos dejamos secuestrar por las emociones. En este caso, puede ayudar  ponerle un nombre a ese otro yo que nos boicotea y “hablarle directamente para que nos deje en paz”.

La tristeza es una emoción muy denostada, pero hay que cambiar esa impresión que tenemos de ella, porque nos conecta con nuestro yo y nos da tiempo para redefinir la vida, para meditar. “Un momento a solar contigo mismo es muy útil”. Y, entre otros consejos de cara a la búsqueda de empleo, nos dijo que en una entrevista es positivo que expresemos que estamos nerviosos. “No hay que tener miedo a mostrar esa inseguridad o fragilidad”.

 

Y, entre otras píldoras, nos quedamos con…:

“Tenemos que cargar la mochila de buenos recuerdos”

“Hay que entrenarse para aprender a decir “no”

“Todas las emociones nos aportan información”.

“Empatía, confianza y curiosidad: tres claves para conectar con las emociones de los demás”.

 

En suma, aquí queda solo una pequeña aproximación a un taller intenso, productivo y muy emocionante.

La sesión de tarde terminó porque el aula estaba ocupada después, si no, quién sabe si no seguiríamos allí todavía.

Gracias Susana!!