La ansiedad y los seres queridos

     Voy a comenzar con una referencia al cine de comedias y parodias porque el trastorno de ansiedad me parece tan importante que este texto pretende ser, en sí, una terapia propiciatoria. Yo cuidé a una persona enferma así. En su recuerdo.

     Mel Brooks se hizo famoso en los años setenta por dos motivos: por el éxito como director de cine de comedia paródica con títulos como Sillas de montar caliente, El jovencito Frankenstein y Máxima ansiedad, y por estar casado con Anne Bancroft, la maravillosa señora Robinson de El graduado, dirigida por Mike Nichols (1967).

      En 1977 Máxima Ansiedad, High Anxiety, parodiaba el cine de suspense de Hitchcock. El protagonista sufría ansiedad con vértigo, pero, con la ayuda de sus amigos, lo superaba.

      Las formas de afrontar la ansiedad, la capacidad de la comedia, la parodia, la risa de todo, y de nosotros, como terapia complementaria formaron parte de la charla que #GemaJiménezCastillo, dio sobre el #TAG (Trastorno de ansiedad generalizada) en #LanzaderaManzanares2019. Habló, además, de su incidencia en nuestra vida, en las personas que conviven con nosotros y nuestro trabajo. He aquí un resumen:

      La ansiedad es una #emoción básica que se puede apreciar desde la niñez, que surgiría por falta de actividad, que, en casos extremos, afectaría a la salud por la alerta que crea en nuestro cuerpo. Necesitaría tratamiento por especialista porque es un problema de salud. Al ser una emoción tiene un pico de subida y otro, de bajada, pero no retornaría a su origen en meses o años. 

      El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (#DSM-V) define TAG como ansiedad y preocupación excesiva, persistente, que dificulta el control sobre acontecimientos o actividades, y que se asocia, como mínimo, a tres síntomas de activación fisiológica. Debe estar presente, al menos, seis meses. Con la emoción, con el estrés, se libera cortisol. Con el TAG se libera a la sangre de forma continuada y produce consecuencias para la salud en todo nuestro organismo con marcas perennes. 

    Se presenta de forma acusada con una sensación parecida a un infarto o taquicardia, con falta de aire, los ojos blancos o rojos de irritación, mareo, inestabilidad.  A veces se produce un llanto inconsolable, un posible miedo, una sensación de culpa y una percepción de fin de la propia existencia. Pensamientos, todos, que consideraríamos irracionales.

    Gema nos dice que hay que actuar tanto si el trastorno es propio como ajeno. Dosificar la medicación si se conoce su existencia y prescripción. En caso de desconocimiento ayudarle a hiperventilar si lo necesita, y, en caso de mantener la intranquilidad, se podría llegar a abrazarle y decirle frases que lo calmaran, cambiando un estado de sugestión por otro. Con la llegada de la ayuda médica, que se habría pedido,  le podían dar algún medicamento con efecto placebo que pudiese coadyuvar a superar el trance.

     Este TAG, coloquialmente conocido como estrés, puede ser difícil de identificar, se puede vivir sin diagnóstico o conocimiento entre 2 y 6 años. A más tiempo de trastorno, más posibilidades de cronificación y derivar a trastornos mayores como un Trastorno obsesivo Convulsivo (TOC), Agorafobia, o se puede volver comórbido con trastornos como la depresión o la distimia que vuelven incapacitante a quien lo padece.

     La ansiedad tiene unos niveles intermedios que la hacen buena para situaciones que requieren precisión y concentración como una competición o un examen.

     Hay posibilidades de padecerlo de forma genética, pero se tienen que dar una serie de circunstancias adicionales como son las situaciones desencadenantes y el afrontamiento ante el trastorno. El afrontamiento se produce en todo caso porque el no afrontamiento es también otra forma de enfrentar la ansiedad.

     Podemos salir de ella dependiendo de estado. Salir solo es difícil. Necesitará medicación dependiendo de cada caso. Hacer terapia es recomendable. Y tal vez medicación. El psiquiatra debe ser el que dicte el tratamiento y la medicación.

    Cada cuerpo es distinto y las terapias conductivo conductual también, y realizadas con medicación por psiquiatría. Técnicas complementarias como relajación, meditación, el hipnotismo o la exposición con prevención de respuesta son útiles en ese sentido. Un diagnóstico temprano ayudará a un buen pronóstico. A partir de dos años, el tratamiento es más problemático y, sí aparece comórbido, se debe tratar la conjunción de los dos trastornos.

    Es recomendable hacer deporte, dormir bien, comer sano, buscar ayuda y apoyo de los familiares y amigos, y que ellos quieran ayudar, acompañando al enfermo en los paseos, en la visita al cine a ver comedias paródicas, compartir la risa con los amigos o la familia de aquellas pequeñas cosas de la vida, disfrutando, porque un ansioso no es una carga. Y que el enfermo, así, pueda creer en si mismo.

    Blas Maeso Ruiz-Escribano