Ponemos rumbo a nuevos horizontes

El 15 de marzo nos trasladamos, sin perder de vista el sureste, a un nuevo marco de trabajo ubicado a orillas del mar, la Playa de Arinaga. En esta ocasión realizamos dos actividades al aire libre, aprovechando el buen tiempo que la isla nos proporciona. En un primer momento, realizamos una dinámica llamada “Currículum Vitae” en la que los objetivos principales eran el autoconocimiento y el fomento de la cohesión grupal al intercambiar experiencias, y es que para trabajar en equipo primero hemos tenido que pasar a serlo. La dinámica estaba basada en la idea de que un CV tiene diferentes hitos académicos y profesionales que condicionan nuestra trayectoria, y de la misma manera nuestra vida tiene hitos que nos han traído hasta la Lanzadera a iniciar este proceso de transformación desde el trabajo en equipo. Cada compañero exponía de forma vivencial distintos hechos, permitiéndonos acompañarle en un viaje personal y profesional para dar una mejor respuesta a preguntas como “¿quién soy?” y “¿a dónde voy?”, en relación a las etapas que más le han marcado y ayudando al resto del grupo a empatizar más durante el transcurso de nuestros proyectos. Todo ello estuvo acompañado por un marco incomparable, el mar, que hizo que la dinámica fuese más amena.



Una vez realizada la dinámica de cohesión grupal, continuamos la sesión con una dinámica llamada “El líder de torres”, donde el objetivo era comprobar cómo cada tipo de liderazgo de los que se pueden ejercer en un momento determinado dentro del equipo, condicionan los resultados obtenidos. Invitándonos a percibir la importancia de la comunicación en la relación entre jefes y subordinados, o entre los propios compañeros que en ocasiones podemos ejercer liderazgo en temas que dominamos y compartimos con los compañeros, por lo que es de suma importancia cuestionarnos cómo trasladamos la información y cómo contamos con los demás para ponerla en práctica. Otro de los objetivos intrínsecos dentro de esta dinámica era en cuanto a la elección de las piedras, ya que, quien eligiera las mejores piedras, mas planas, mas grandes y de manera correlativa, conseguiría la torre mas grande y estática pudiendo así ganar en esta competición que sin duda fue todo un desafío a la gravedad.

 

Para empezar la técnico nos indicó que hiciésemos grupos y que iniciáramos una búsqueda de piedras adecuadas con el fin de construir una torre de piedras, la misma debía ser lo más alta posible, contando con que para su realización uno de los constructores era “ciego” y no podía abrir los ojos en ningún momento pasando a depender del líder y los subordinados que acompañaban al mismo en el proceso. Cada líder tenía un estilo de liderazgo atribuido para ser representado en secreto. Finalmente los demás compañeros teníamos que adivinar de cuál se trataba. Se constituyeron 3 grupos. Cada equipo con sus piedras formó, la torre, y una vez terminada, analizó de qué forma se habían gestionado para realizar dicha torre. Para finalizar se comprobó el papel que tenían cada uno de los líderes: el líder del equipo ganador tenía un estilo participativo – democrático, el líder del equipo que quedó en segundo puesto tenía un estilo completamente directivo y el tercer equipo tenía un líder “excesivamente” delegador o “laissez-faire”, ya que casi no facilitaba apoyo dejando al equipo completamente a la deriva en la construcción y siendo un mero espectador de la misma. Además observamos las torres de los demás equipos tomando consciencia del papel fundamental de una buena planificación para la elección de piedras al igual que pasa en cada uno de nuestros proyectos.



En conclusión, fue un día muy ameno, donde participo la mayoría del equipo que forma la Lanzadera de Santa Lucía. Lo más gratificante de la experiencia fue poder conocer aun más a los compañeros y comprobar una vez más la importancia del papel que toma cada uno cuando se trabaja en equipo. Por esta vez el liderazgo democrático ganó la partida en la que seguimos “creciendo juntos”.