Nunca el tiempo es perdido

Si la pasada semana nos echamos a la mar, esta vez nos vamos a un lugar muy diferente donde el agua es un bien más que preciado en un paisaje complejo de espejismos de ilusión y dunas de arena modeladas a su antojo por los vientos del lugar. Estamos en el desierto con sus oasis de calma que quizás nos hagan pensar de forma errónea en un lugar donde el tiempo, y no hablamos de metereología, parece no discurrir.

 

En todos los lugares el tiempo es inexorable y por supuesto medible. Joaquín Sabina tardó en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches. “Los Panchos” pedían al reloj que no marcara las horas y Víctor Jara narraba en una de sus canciones una experiencia en la que “la vida es eterna en 5 minutos”. El grupo Extremoduro nos recordaba que “para algunos vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos” pero que es preferible que “la ola que surge del último suspiro de un segundo me transporte mecido hasta el siguiente”. E incluso hasta Nacha Pop dedicó el título de una canción a “una décima de segundo”.

 

El tiempo condiciona nuestra vida y su máximo exponente es el reloj. El primero apareció ya en el Antiguo Egipto y se denominaba de agua. Desde entonces hasta la actualidad los hay de todos los tipos: de pared, manual, de cuco, de mano, de arena y otros muchos más. El reloj nos marca el tiempo que debemos estar en un sitio y un lugar determinado. Siempre hubo un intento por controlar el tiempo y saber gestionarlo de la forma más eficiente, pero cada vez parece más complicado en la vorágine de la gran ciudad y el ritmo frenético que impera en nuestra sociedad.

 

La impuntualidad a una cita personal o profesional puede ser un descarte definitivo. Así ponle pilas a tu despertador si tienes que madrugar y elige el modo más eficaz para llegar a un sitio. Siempre llegar con tiempo de antelación te permitirá afrontar con mayor tranquilidad una posible entrevista de trabajo. No hay un tiempo determinado para dicha conversación, importa más la calidad que la cantidad de minutos en cada respuesta. Piensa que, en algún momento, la persona entrevistadora también puede mirar el reloj porque tiene más gente esperando como tú.

 

Siempre es interesante practicar este tipo de entrevistas con anterioridad para medir el tiempo que necesitamos necesario para enseñar nuestras fortalezas. No hay que ser ni demasiado conciso y ambiguo sin dar ejemplos de tus vivencias, ni tampoco contar la “Biblia” capítulo a capítulo perdiendo el interés de la otra persona. Por eso en breves días realizaremos “role playing” gracias a Adecco para evitar que la arena del desierto se evapore en el reloj sin haber contado lo mejor de un@ mism@, porque como dice el cantante Manolo García en una de sus letras “nunca el tiempo es perdido”.