La experiencia de Juan Obra Jara en la Lanzadera

Me habían hablado de la Lanzadera de Empleo como un medio para encontrar trabajo, aunque realmente no conocía el proyecto. Días antes de que acabara el plazo para presentar las solicitudes, mi hermana me avisó y, sin muchas esperanzas, rellene la mía. A los días me llamó el técnico, hice una entrevista en la que me causó una grata impresión. Me gustó el proyecto y, a los pocos días, me volvió a llamar para decirme que estaba seleccionado y que el 7 de Marzo empezaba.

 

Al principio estuve algo desubicado. Es cierto que no se me pasó nunca por la cabeza dejarlo porque soy una persona comprometida con lo que hago y había dado mi palabra al técnico en la entrevista, pero dudaba de la eficacia de las acciones que estábamos realizando. Después de nuestra primera asamblea todo cambió. Empezamos a trabajar por proyectos, a delegar los unos en los otros y a confiar en los compañeros. Y como digo, todo cambió.

 

Las dudas se convirtieron en certezas. Ahora sí estaba convencido de haber acertado al hacer la solicitud. Yo, que tenía experiencia previa en cursos sobre coaching y desarrollo personal, noté un cambio radical con las sesiones individuales centradas en el autoconocimiento. Además, mis compañeros me mostraron mucha confianza desde el principio, cuando hacíamos dinámicas en grupo, por lo que me encantaba aprender cada día con y de ellos.

 

Esa confianza de cada compañero en el resto de miembros se hizo habitual. Se forjaron valores tales como la humildad, el respeto, el compañerismo, la empatía o la asertividad que nos hicieron ser un gran grupo humano. Porque otra cosa que me llevo de esto que he vivido son mis compañeros. Distintos perfiles y habilidades unidos por un nexo común, la colaboración altruista en la consecución de cada sueño profesional del resto de compañeros. Más allá de que todos tienen habilidades para trabajar y están sobradamente preparados, son personas excepcionales que se han esforzado y han dado todo lo que tienen para que yo pudiera mejorar en las entrevistas, en la comunicación verbal y no verbal, en la forma de expresarme... En definitiva, en mi empleabilidad de cara a poder encontrar un trabajo que me gustara y me hiciera feliz.

 

 

Y así ha sido. Gracias a un taller en Urbalab, conseguí un contacto en LinkedIn de una empresa. Con el tiempo surgió una visita a esa misma empresa y, al día siguiente, me llamaron para una oferta que acababa de salir. Hice un par de entrevistas (que preparé a conciencia con mis compañeros en la Lanzadera y, por tanto, es un éxito de todos) y ahora me encuentro trabajando en un grupo líder y referente en su sector, con muchos años de antigüedad y en donde la adaptación ha sido instantánea porque, desde el primer momento, se han esforzado para que estuviera integrado.

 

Quiero dedicar, además, una mención especial a Jose Moreno, el técnico de la Lanzadera. Bueno, él se hace llamar técnico, aunque sabe que para mí no lo es. Es un experto que sabe guiar en su desarrollo a las personas con las que trata. A su vez, es capaz de gestionar egos y roles en un grupo siendo muy flexible, ayudando siempre con un fortísimo compromiso. Más que con los momentos, me quedo con las personas. Y eso es lo que me pasa con él.

 

En definitiva, es una experiencia que recomiendo vivir. Solamente así es como puede entenderse. No tiene sentido cerrarse a nuevas experiencias ni tampoco a crecer; a que te digan en qué te estás equivocando y a trazar un plan, o a elaborar una estrategia que te permita mejorar en todos los ámbitos, tanto en la parte profesional como en la personal. Al fin y al cabo, la vida es muy corta y las oportunidades escasas como para no vivirla vida plenamente.