Mi interés por el mundo de las relaciones laborales no surgió como vocación, al fin y al cabo nuestro país está repleto de jóvenes veterinarios que sanan a sus mascotas y pequeños soñadores que apagan fuegos subidos en una larga y vertiginosa escalera.

Mi fuerte desde el parvulario ha sido la adaptación, la capacidad para afrontar mis miedos, el cambio de entorno, ya fuera en otoño, invierno o primavera. El vuelo desde Vigo a Málaga, pasando por Madrid. Mis años en Asturias. El aprendizaje rápido y efectivo. No quedaba otra. Y menos mal que no lo hizo.

La experiencia de lo que pasaba en casa me hizo pensar en movilidad, en horas extras, en traslados. En cómo afrontarlos, también legalmente. En entrevistas, en el contrato de trabajo, en el derecho sindical y en los recursos humanos.

Una vez Diplomado en Relaciones Laborales, aposté por cuidar de los que, al fin y al cabo, son sus principales protagonistas. La prevención nunca será suficiente cuando se trata de evitar un daño, una enfermedad o una falta irreparable en el hogar.

La ruta sólo hace un alto en el camino en la Lanzadera. Un echar la vista al frente para avituallarnos y alimentar nuestro desarrollo personal. Observar lo que soñamos en el presente desde más arriba. Encontrar esa oportunidad que, sin duda, merecemos.