Taller sobre pensamiento positivo

Hoy hemos participado en un seminario muy interesante sobre el pensamiento positivo y sobre cómo este puede afectar de manera importante a numerosos aspectos de nuestra vida cotidiana. Impartido por nuestra compañera Amanda Fonoll, psicóloga, orientadora laboral y formadora, e inspirado principalmente en la obra del reputado científico Martin Seligman, no pretende suponer una receta cerrada para alcanzar la felicidad en abstracto, sino una herramienta con la que trabajar y mediante la cual instaurar poco a poco en nosotros mismos los hábitos y procesos cognitivos con efectos más positivos sobre nuestras vidas.

En primer lugar, aprendimos que no existen sentimientos buenos o malos, sino que simplemente nos hacen sentir bien o mal en un momento dado. La clave no estaría en rehuir o rechazar ninguno de ellos, sino en aprender a aceptarlos, entenderlos e integrarlos adecuadamente en nuestra experiencia. El objetivo último, de esta forma, sería el de potenciar aquellas emociones que nos resultan más útiles y aprender a gestionar las que nos causan más dificultades. Para ello, para reaccionar adecuadamente a esas sensaciones, resulta de una importancia fundamental reconocer el estado en el que nos encontramos. Estas pautas de comportamiento están profundamente relacionadas con el concepto tan actual de inteligencia emocional.

Las emociones son contagiosas, y uno de los mecanismos neuronales implicados en ello tiene que ver con las neuronas espejo. Estas neuronas se encargan de reproducir en nuestro sistema nervioso los patrones de activación correspondiente a la emoción que estamos observando, de la misma manera exacta que si la estuviéramos sintiendo nosotros mismos. Este mecanismo, orientado en el pasado al mantenimiento de nuestra integridad física , tiene hoy en día su mayor utilidad en la creación y conservación de relaciones sociales positivas, y está fuertemente implicado en las habilidades de comunicación, colaboración, empatía, aprendizaje...

La programación neurolingüística supone otra fuente de herramientas útiles para el desarrollo y entrenamiento de un pensamiento positivo. Hoy nos hemos centrado en dos técnicas específicas: 

En primer lugar, tratamos los conceptos de asociación y disociación, entendiendo asociarse a una escena como vivenciarla desde dentro (como si estuviéramos allí y reproduciendo el estado mental correspondiente), y disociarse como observar la misma escena desde fuera, desinvolucrados, como si fuéramos un observador externo. Una estrategia interesante sería la de asociarnos de manera habitual a experiencias positivas (es decir, revivirlas para volver a evocar en el cuerpo ese sentimiento agradable), y disociarnos de aquellas más complicadas, reviviéndolas como un espectador más y analizándolas desde un estado mental sereno y racional que mejorará nuestra comprensión sobre ellas.

También hemos trabajado con la figura de los anclajes, que en PNL tienen el poder, por medio de señales sensoriales, de situarnos en un estado anímico apropiado para una determinada tarea o situación. 

Una de las conclusiones más importantes que sacamos de la jornada tiene que ver con la importancia de vivir en el aquí y el ahora, poner toda  la atención en lo que estás realizando en ese mismo momento y disfrutarlo plenamente. En ese estado de flujo o flow, tanto las emociones positivas como la eficacia en la realización de cualquier tarea aumentan espectacularmente. 

Así, gracias a Amanda hemos aprendido que cuidando nuestras relaciones interpersonales, sacando tiempo para las personas que más nos importan, expresando gratitud como hábito, o dejando de concentrarnos en lo negativo de nuestro alrededor y de las preocupaciones provenientes del pasado y el futuro, estaremos cultivando en nosotros mismos estados mentales más positivos, es decir, felicidad.