Mi Lanzadera. Capítulo I

Cuando me dijeron que me metiese a la Lanzadera, pensé: ya, claro, otro curso del paro en el que perder mi tiempo y dinero en transporte para añadir una línea inútil más a mi CV.
Pero lo hice. Lo hice porque, total, mejor eso que estar en la calle delinquiendo. 
Llegué a un aula llena de gente de diferentes edades y características. Ellos ya se conocían. Yo era el nuevo. Un jovencito confuso que no sabía bien a dónde llegaba, dónde se metía. Como soy de naturaleza observadora, al principio hablé poquito y me dediqué solo a mirar y escuchar. Y, vaya, vi que había llegado a un grupo de locos. De locos estupendos que se hacen querer y estaban dispuestos a quererme aunque yo solo fuera un muchachito algo extraño y a veces indeciso.

Tengo problemas para explicar el funcionamiento del proyecto. Qué hacemos, cómo, por y para qué. Nos van a dar un trabajo no. Mira, yo qué sé. Lo que sí sé es que uno se siente arropado con gente así. Trabajando en diferentes áreas para mejorar sin saber muy bien cómo ni casi el qué. Sí, no soy el mejor vendedor de lanzaderas del mundo. Pero tampoco quise ser nunca relaciones públicas. 
Mira, esa es una de las cosas que hemos aprendido: identificar qué no queremos ser. Donde no queremos trabajar. Eso antes que donde sí. Siempre. Que la búsqueda de empleo no es poner tu CV indiscriminadamente en todas las ofertas que ves, tengas o no los requisitos. Y, si es fuera de tu ciudad, también. Eso nada, tú pones que tienes disponibilidad para viajar e igual cuela. Qué demonios.

No, hombre, no. Conócete a ti mismo. En un sentido espiritual, no físico, que aquí no estamos para eso. En principio. Identifica tus valores y habilidades, tus deseos, tus sueños. Aprende a comunicarlas y a hacerlas ver al resto. Sin seguridad, sin esa seguridad que te va minando al paso del tiempo y de las oportunidades perdidas, una tras otra, estás muerto.
Pero esto el proyecto lanzadera resucita muertos. Convierte cadáveres laborales en gente con ganas, gente capaz, gente muy valiosa. Y no es que Yurena. nuestra coordinadora, nos lleve a cuestas como los protagonistas de "Este muerto está muy vivo", sino que nos da herramientas para reforzar nuestro mejor yo. Porque merece la pena esa mejoría. Porque esto mola. Sí, acabo de decir "esto mola", yo siempre tan profundo.

Total, para quien lea esto y le pueda interesar: este tiempo en la Lanzadera de empleo de Telde no solo ha sido productivo, sino divertido y verdaderamente resucitador.
Seguiremos informando.

Aday Machín.