Compartimos habilidades en la Jornada de Talentos

Hablar, a estas alturas de la Lanzadera, de creatividad y de habilidades, no es nada nuevo. Es parte del trabajo que hemos ido desarrollando durante estos casi cinco meses. Son competencias que, enfocadas hacia su utilidad posterior en el mercado laboral, hemos ido trabajando concienzudamente gracias al buen hacer de Mar Quintero, nuestra guía en este camino, y complementadas con la aportación de expertos en distintos talleres de los que hemos podido aprender. Está claro que todas las personas, lo hayan descubierto y desarrollado o no, tienen un talento.

Hoy, como colofón y como acto de generosidad también con los compañeros, hemos dado rienda suelta a nuestro talento, exponiéndolo para que todos puedan disfrutar de él. Se trata de aprovechar todo el caudal creativo que hemos ido aprendiendo a sacar a flote, y compartirlo con los compañeros. Había un ambiente de expectación, porque aunque en varios casos ya se sabía cuál iba a ser el talento a exponer, en otros había cierto misterio, siempre con la sana intriga de ver cómo cada uno disfruta compartiendo lo que le gusta.



Para romper el hielo, por aquello de que siempre nos da cierto respeto eso de tener un público al que dirigirse, empezó la jornada quien esto escribe, Santiago Martín, redactor habitual de las noticias de este blog, por lo que a absolutamente nadie sorprendió que tratase de compartir con los compañeros la iniciación a la escritura. Había pensado tratar de dar unas pinceladas sobre el proceso de elaborar textos, pero como suele ser cierto aquel dicho que hace buena la virtud de predicar con el ejemplo… surgió una historia. En ella se hablaba del gusto por la lectura, germen del proceso de creación, y se trataba de lanzar una caña, sabiendo que detrás de todo escritor –de lo que sea, al nivel que sea- suele haber un ávido lector. Porque el gusto por la lectura también se fomenta, y la mejor manera es dejándose enganchar por historias que te van atrapando, casi inconscientemente, como una invitación a seguir.

Acto seguido, gracias a Vanesa Yáñez descubrimos un mundo tan apasionante como hermoso, un mundo que va como anillo al dedo con su carácter sensible y con su demostrado buen gusto por los detalles. Nos llevó unas acuarelas y un pequeño librito, con dibujos listos para que cada uno se quedase con uno y… ¡a colorear! Hoy es una  tendencia en alza, y Vanesa nos ayudó a entender el porqué, después de leernos una bonita historia sobre la importancia de ser conscientes de los momentos felices que vamos disfrutando durante nuestra vida. A veces, el día a día nos hace sumergirnos en un torbellino demasiado veloz. Por eso, ejercicios relajantes a la vez que creativos, como colorear mandalas, nos permiten evadirnos, pensar en lo verdaderamente importante que vamos dejando al margen… y también dar rienda suelta a la creatividad plasmada en colores armoniosos. La paciencia es una virtud, y el buen gusto para crear belleza es un caramelo que gracias a Vanesa probamos con interés.



Siguiendo la senda de apreciar la belleza, nuestro compañero Rodrigo Mesón nos descubrió aspectos desconocidos del maravilloso mundo de la música. Concretamente -¡qué callado lo tenía!-, nos abrió la puerta de una de sus variantes, que es un clásico que muchas veces nos pasa desapercibido: los coros. Saber cantar, y más hacerlo en sintonía con otras voces en un coro, es una virtud que requiere de habilidad, práctica… y también eso que tanto hemos mencionado aquí: trabajo en equipo. Rodrigo nos habló de los distintos tipos de coros, según el número de miembros, acompañamiento y demás. Y como el instrumento es la voz, con él aprendimos un poco más de los distintos tipos de voces, sus características, y ejemplos de cada una de ellas. Cuando uno transmite pasión por aquello de lo que habla, se nota, y todos disfrutamos dejándonos llevar con el vídeo que nos puso, música conocida por todos, pero que aprendimos a escuchar con otros oídos.



Nuestra buena imagen -otro talento que ya conocíamos- es el resultado del buen hacer con la fotografía de nuestro compañero José Antonio Santano. Lo que no sabíamos, aunque podíamos intuirlo, es hasta qué punto ese talento había dado los resultados que pudimos ver y disfrutar. Hoy, con los móviles al alcance de todas las manos, todos somos fotógrafos, pero de hacer fotografías a saber hacerlas hay un trecho, que con él aprendimos a descubrir y valorar. Nos habló de los orígenes de esta técnica, y su evolución desde los daguerrotipos, pasando por los negativos de hace no tanto tiempo, hasta la fotografía digital de hoy, con el mundo de posibilidades que ofrece… para el que tiene interés, conocimientos, habilidad y buen gusto para desarrollar todo esto, dando lugar a creaciones que son auténticas obras de arte. No en vano, el arte es algo que José Antonio conoce bien por formación, pero también por habilidad y verdadero talento.

Para todos, ha sido un verdadero placer compartir con los compañeros aquello que nos apasiona, a la vez que hemos disfrutado como niños aprendiendo unos de otros. Un auténtico lujo.