Cómo despertar la curiosidad y la mejora continua, con Helena Peramato

Siempre ha sido así, pero seguramente hoy más que nunca, en un mundo aceleradamente cambiante como el que nos ha tocado vivir, es muy cierto eso de que si te paras, te caes. Si no te adaptas, te quedas fuera. Y para llevar a cabo esa necesaria labor de adaptación, hay una habilidad primordial, motor del crecimiento individual: la curiosidad. Para ayudarnos en su potenciación, en la línea de contar con expertos que nos aportan enriquecimiento en nuestro caminar, ayer estuvo con nosotros Helena Peramato, experta en selección y desarrollo, consultora, formadora, orientadora laboral… y tantas cosas a las que le ha llevado precisamente eso: su curiosidad. Hay que agradecerle, además, que es colaboradora habitual con la Lanzadera de Salamanca.

Como declaración de principios, nos decía que lo que más le motiva es ayudar a hacer grandes a las personas. En ese empeño, nosotros nos subimos rápidamente “al carro”, y participamos en una divertida dinámica en la que debíamos identificar un talento del compañero que tuviéramos al lado. Conocerse y conocer a los demás: esa emocionante aventura que sirve de partida para incentivar las ansias de saber. La curiosidad, en definitiva. Antes se decía, desde una mentalidad que vamos ya superando, que la curiosidad mató al gato. Bien, tampoco se trata de lanzarse al vacío sin red de forma inconsciente, pero cada vez resulta más evidente que la curiosidad está al servicio del aprendizaje. En consecuencia, la tendencia en el funcionamiento de las empresas es que se trabaja más por proyectos, y no tanto ya por departamentos. Se trata de interconectar el trabajo, en grupos multidisciplinares que elaboran, en base a la metodología Agile, un “producto mínimo viable”, que luego se va desarrollando de forma flexible troceando cada proyecto en pequeñas partes.



Pues bien, para adaptarnos a este entorno, es clave hallar lo que los japoneses llaman “Ikigai”, o razón de ser, en una labor interna de búsqueda de nuestro elemento. Lo que se pretende, según nos iba introduciendo Helena desde su visión experta y convencida, es lograr el balance perfecto entre habilidades y conocimientos, actividades que a cada uno le gusta hacer y en las que es realmente bueno, y llegar a alcanzar la utilidad de las mismas al servicio de un proyecto.

Dicho de una manera muy fácil de entender: hacer lo que nos gusta nos llena de energía. Y desde esa energía es más fácil lograr nuestros propósitos, a la par que desarrollar la curiosidad como motor de mejora continua. El aprendizaje es una aventura que dura toda la vida, y como todo, se puede perfeccionar, para lo que es útil conocer cuál es la manera en la que cada uno asimila la información de manera prioritaria, dependiendo de si somos más auditivos, visuales o kinestésicos.

Para terminar, en una exposición que se nos pasó como un suspiro -como todas las de quienes transmiten con la capacidad y entusiasmo con que lo hace Helena- nos habló de la utilidad de conocer el método 70:20:10 como representación de los canales de aprendizaje. Nada menos que el 70 % lo aprenderemos practicando. Y nos podremos dar mil golpes o hacerlo mal mil veces, pero si persistimos con la curiosidad como motor, sin duda estaremos mejor preparados para cualquier reto. Como, por ejemplo, vivir. Y, más concretamente, ser cada día mejores en lo que hagamos; en consecuencia, ser también mejores en relación con el mercado laboral.